El deseado superzoom

Publicado inicialmente en la revista del web Fotonatura.org, Junio de 2008

Uno de los teleobjetivos más atractivos para los fotógrafos de fauna que ofrece el mercado es el zoom Nikkor 200-400 mm f/4 AF-S VR G IF-ED, heredero de un modelo manual, de notable reputación pero descatalogado ya hace tiempo.

La búsqueda de herramientas para realizar imágenes desde grandes distancias y de animales esquivos está plagada de compromisos. Necesitamos objetivos extremos y técnicamente difíciles, de gran peso y volumen, que ópticamente sufren limitaciones teóricas que afectan tanto a la calidad de imagen como a la luminosidad, especialmente si los comparamos con focales más cortas. Necesitan por vocación sistemas rápidos de autoenfoque, pero por el diámetro de las lentes estos sistemas son más difíciles de implantar, y donde el plus de un estabilizador de imagen es imprescindible.

En esta búsqueda debemos negociar con nosotros mismos qué es lo que perdemos, puesto que no existe la posibilidad de conseguirlo todo, especialmente si nuestro presupuesto es limitado. Sólo los que viven de ello, los afortunados económicamente y los fanáticos de la calidad que ya posean un equipo completo invertirán miles de euros en un teleobjetivo profesional, que reúna la mayoría de esas características.

Los demás se contentarán con ópticas no muy luminosas que serán también más ligeras y económicas, enfocarán peor a causa de la menor luminosidad, y probablemente no estarán estabilizadas porque su coste debe mantenerse en un nivel más popular.

Si aplicamos todo esto a las ópticas de tipo zoom la ecuación es aún más comprometida porque la necesaria complejidad de sus fórmulas añade un desafío máyor al diseño de un teleobjetivo de alta calidad.

¿Podemos también pedir que sea luminoso y de apertura fija a lo largo de su recorrido focal?

El objetivo que hemos probado en esta ocasión ocupa una posición central en este debate, porque para los fotógrafos de la naturaleza es una herramienta única. Introducido en julio de 2003, lo que a priori distingue el Nikkor 200-400 mm f/4 AF-S VR G IF-ED es su planteamiento como un zoom de calidad óptica similar a las focales fijas profesionales, con resultados aprovechables a plena apertura. Siendo un objetivo muy luminoso para ser un zoom, su apertura es constante a lo largo de todas las focales y, además, cuenta con estabilizador incorporado. Necesariamente pesado (3’25 kg), se supone que puede ser manejado a mano alzada gracias a este mecanismo, gozando además de la versión más avanzada de enfoque ultrasónico de la marca.

Lo que nos proponemos aquí es comprobar la bondad de las premisas de este compendio tecnológico. Inevitablemente, también hablaremos de su coste ya que tratándose de un objetivo único, su precio también lo es.

 

El planteamiento de la prueba

Hemos probado este objetivo gracias a la gentileza del grupo Finicon, representantes en España de la marca, que ha prestado un ejemplar a Fotonatura.org. Los resultados de la prueba han podido contrastarse con un segundo objetivo, de origen particular y recién estrenado. El objetivo ha sido usado sobre una Nikon D2x y en una Nikon D200.

Como en otras pruebas parecidas no hemos intentado realizar análisis técnicos, para los que se precisaría un laboratorio y mucha experiencia, de los que carecemos. Creemos más interesante exponer nuestras impresiones acerca de su uso y realizar pruebas simples, pero comprensibles, que están al alcance de cualquier usuario avanzado. Tampoco hemos planteado comparaciones entre marcas, tan en boga en los corazones de muchos fotógrafos. Por un lado no existen equivalentes de este objetivo en ninguna otra gama, y, por otro, entendemos que son sistemas completos los que hay que probar. En estos tiempos digitales hay demasiados factores a tener en cuenta como para quedarse en comparaciones parciales que individualmente no caracterizan la calidad de imagen.

Todas las fotografías realizadas con este objetivo y usadas para ilustrar este texto han sido tomadas en formato RAW, sin compresión, y procesadas con Capture NX. Cuando se muestra un recorte al 100% no ha sido enfocado ni mejorado en ningún caso, ni en la cámara ni en el postproceso.

Como la focal de 400 mm puede resultar todavía un poco corta para la fotografía tradicional de aves, prestamos especial atención a los resultados obtenibles con teleconvertidores. Para ello hemos probado tanto el enfoque como la calidad de imagen añadiendo los teleconvertidores TC14EII y TC17EII, los cuales multiplican la longitud focal por los factores 1’4x y 1’7x.
Lo primero que veremos del objetivo al sacarlo de la caja es su funda, un ejemplo de calidad y diseño ergonómico. Está confeccionada en fibra sintética resistente y reforzada, con varias posibilidades de sujeción y transporte, presentando una apertura muy cómoda. Sólo le falta la posibilidad de transportar también el cuerpo de la cámara, lo que por desgracia resulta imposible por la falta de espacio.

El objetivo

Digamos de entrada que de acuerdo con su reputación se trata de una óptica grande y pesada, pero no creemos que eso deba escandalizar a nadie. Por poner un ejemplo, el viejo y renombrado Tamron 400 mm f/4 de enfoque manual pesaba 2’8 kilogramos, no tan lejos de los 3’25 del Nikon que ofrece además el zoom desde los 200 mm y los aditamentos tecnológicos adicionales.

La fórmula óptica es muy compleja y consta de 24 elementos, de los cuales 4 son de cristal especial ED de baja refracción. Con tantas superficies cristal-aire es más probable que se produzcan serios problemas de reflejos internos, neblina o imágenes fantasma. Un detalle revela este temor por parte de los ingenieros. Como en los súper teleobjetivos, Nikon incluye en el diseño óptico una lente frontal puramente protectora, que es plana y desmontable. La diferencia en este caso es que, aun saliendo de fábrica montada en el objetivo, en el embalaje encontraremos una caja especial para conservarla aparte, a usar en caso de que el fotógrafo decidiera retirarla. La explicación oficial son precisamente las situaciones con luces frontales, donde prescindir del filtro puede ayudar a reducir reflejos.

Efectivamente en el curso de las pruebas encontramos una tendencia a producir imágenes fantasma cuando había luces directas en el cuadro, pero no nos pareció un fenómeno exagerado.

La calidad de construcción es impecable en todos los sentidos; únicamente el soporte para trípode podría ser mejorado algo en cuanto a su rigidez. De hecho existen opciones alternativas de terceras marcas (las habituales Really Right Stuff y Kirk Enterprises) para sustituir al original. Este soporte puede girar a 360 grados, y se maneja y fija con facilidad.

El aro de enfoque es demasiado estrecho para nuestro gusto y está situado en la parte frontal del objetivo. Se encuentra algo alejado del anillo del zoom, de gran anchura y que se encuentra en posición intermedia; parece en esto un hermano mayor del 70-200 mm f/2’8, su óptica complementaria por excelencia. Hay otra banda revestida de goma en el extremo final del objetivo destinado a agarrarlo con la mano, pero al ser del mismo material que el cercano anillo de enfoque puede inducir a confusión al principio si se trabaja al tacto.

Existen cuatro pulsadores en esa zona para recuperar la posición de enfoque previamente memorizada mediante otro botón, situado cerca de la montura. La memoria electrónica es una buena opción porque permite preenfocar puntos definidos y recuperar rápidamente ese reglaje; por ejemplo, podemos memorizar el enfoque sobre el posadero de un ave y hacer vuelos mientras tanto, sabedores que en cuanto se pose recuperaremos instantáneamente ese punto preenfocado. Existe la posibilidad de emitir señales sonoras durante esta operación, opción que evidentemente no necesitamos ni nos hace la más mínima gracia. Afortunadamente hay un conmutador para silenciar eso.

En el área más cercana a la montura encontraremos también los mandos tradicionales para el AF, así como para el mecanismo vibration reduction (VR) de estabilización de imagen. En el caso del primero existe un limitador de enfoque para definir dos rangos de distancias y optimizar la velocidad de enfoque. El estabilizador cuenta con dos posiciones: una normal y otra “activa”, a utilizar cuando el fotógrafo se encuentra sujeto a oscilaciones amplias y profundas, como sucedería a bordo de una embarcación o de un vehículo.

La marca recomienda dejar el VR en posición normal también cuando se utiliza sobre trípode; no hay una posición específica para eso, pues el sistema tiene la lucidez suficiente para detectar los barridos voluntarios y no estropearlos.

En el cuerpo del objetivo encontraremos un cajetín para filtros, que son extraíbles y de inserción posterior. El buen detalle es que el mecanismo utiliza los mismos filtros de 52 mm que enroscamos en la delantera de muchos objetivos de la marca. Viene con un filtro neutro desde fábrica, que no debe quitarse en uso normal.

El parasol es un elemento muy importante en estos teleobjetivos. Por fin Nikon abandonó el sistema de fijación tradicional en los teles largos, en que un tornillo apretaba contra el exterior del objetivo. La base de este tornillo era propensa a roturas, y además deterioraba el metal del objetivo. En este caso, el parasol de carbono HK-30 (el mismo que en el caso del 300 mm f/2’8) sigue teniendo un tornillo, pero está bien diseñado y actúa sobre un anillo plástico que abraza toda la circunferencia del objetivo, obteniéndose una fijación mejor y más fiable. No pierdan este parasol: su precio como recambio puede superar los 450 euros.

 

Manejo general

En cuanto a focales, la versatilidad de este objetivo es evidente, especialmente en aguardos, donde resulta inestimable la capacidad del zoom que nos permite un encuadre preciso de la escena. Sólo los usuarios de manos no muy grandes objetarán que cambiar la focal rápidamente les puede resultar algo incómodo al principio si usan enfoque manual, porque los dos anillos no están muy cercanos.

La memoria de enfoque es una característica útil que en los tiempos de los teleobjetivos manuales corría a cargo de un aro bloqueable, paralelo al de enfoque. Permite memorizar los puntos concretos donde sabemos que estará nuestro sujeto, y ajustar allí el foco muy rápidamente cuando llegue. Como nota de uso, hay que tener en cuenta que pueden darse ligeras inexactitudes si se recupera el enfoque a diferente longitud focal que se memorizó, pero cumple su función.

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Campo de girasoles, D2X, 200-400VR, 1/200s f/10 a 400mm. Pinchar para recorte al 100%

El limitador de rango de distancias reduce el tiempo perdido cuando la cámara no lograr fijar el enfoque y llega hasta el tope.

Reunir este objetivo con una D2x implica utilizar un potencial fotográfico enorme. El conjunto posee gran rapidez y potencia, pero también implica manejar un objeto de 4,5 kilogramos. Es totalmente cierto que esta óptica puede usarse a mano alzada, incluso a focal extrema y velocidades bastante lentas; nosotros mismos, inicialmente escépticos, tuvimos que rendirnos a la evidencia tras los primeros resultados, que llegaron sin dificultad. La imagen adjunta de los girasoles se realizó a mano alzada en la focal de 400 mm y a 1/200 de segundo, f/10 y VR activado. El recorte al 100% no lleva ningún tipo de enfoque.

Sobre trípode y con sujetos estáticos llegamos a 1/20 de segundo con resultados muy aceptables, pero ya más ligados al azar.

El VR funciona casi mágicamente y encuentra en estas focales su máximo interés. El efecto estabilizador es mucho más perceptible que con otras ópticas más cortas, y resulta difícil comprender cómo Nikon tardó tanto en incluirlo en sus teleobjetivos largos clásicos: el 400 mm f/2’8, el 500 mm f/4 y el 600 mm f/4 hace muchos años que merecían y necesitaban esta ayuda, que les llegó en agosto de 2007. Sobre trípode, la eficacia del VR es también elevada pero nos queda la duda de lo que sucede si se desconecta. Algunos usuarios del 200-400 mm creen que sus resultados ópticos sobre trípode mejoran cuando no usan la estabilización.

Nos quedó muy claro que necesitaríamos muchas sesiones de gimnasio para poder trabajar a mano alzada más de dos o tres fotografías rápidas: para nosotros, el peso es excesivo para un trabajo continuo. Sin embargo, consideremos que usando una alternativa natural para fotografía de fauna como sería el 500 mm f/4 estaríamos en la misma velocidad de obturación, con un 25% más de longitud focal, con medio kilogramo más y sin VR (a menos de usar el último modelo, aún no disponible). Perspectiva que nos hace muy buena la opción del 200-400 mm… ¡Añadiéndole un monopié!

No podemos recomendar adquirir trípodes de baja calidad pero es evidente que el estabilizador de este objetivo perdona el uso de soportes no tan seguros como los que son tradicionalmente necesarios para estas focales.

A pesar de todo, no debemos olvidar un aspecto fundamental: la estabilización permite compensar el movimiento del fotógrafo, no el del sujeto. Las vibraciones de los latidos de nuestro corazón y nuestras manos quedarán compensadas por el VR, pero que nadie imagine que va a poder trabajar con un f/4 como si fuera un f/2’8 porque el estabilizador no congela el movimiento del sujeto. Eso sólo se logra con una velocidad de obturación elevada, lo que depende primariamente de la luminosidad del objetivo, porque, con la gama actual de cámaras Nikon, las sensibilidades altas se cobran su precio en calidad de imagen. O sea que si vamos a fotografiar fauna que se mueve rápidamente y en condiciones de luz difíciles, quizá necesitemos priorizar y gastaros cuatro mil euros adicionales para hacernos con un 400 mm f/2’8. No es más caro que un automóvil de segunda mano, y es para toda la vida.

Autoenfoque

Para practicar con el autoenfoque nos dirigimos a un acantilado de la costa mediterránea por donde suelen transitar aves marinas, principalmente gaviotas. Los lectores encontrarán un ejemplo junto a estas líneas con su correspondiente recorte al 100%.

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Gaviota, D200, 200-400VR, 1/640s, f/5,6 a 350mm. Pinchar para recorte al 100%

Tanto sobre la D2x como con la D200, el autofoenfoque es extremadamente rápido. Aún sin haberlos comparado lado a lado, la impresión es que la combinación no está muy por debajo del 300 mm f/2’8 AF-S II, que es una referencia en la marca.
Como la estabilización, un buen autoenfoque no es una garantía absoluta de éxito, por rápido que sea. En posición continua (AF-C) el seguimiento de los sujetos entre puntos de enfoque es bueno y el ajuste de foco rápido, pero sigue siendo complicada la adquisición en el momento de iniciar los seguimientos de animales en vuelo.

En casos como el presente, de sujetos veloces que siguen trayectorias frontales a laterales, la reciente ampliación de los puntos de enfoque a 51 sensores en las nuevas cámaras puede mejorar esto en gran medida. Como en los demás Nikkor ultrasónicos, en posición continua AF-C puede retocarse el enfoque a mano y la cámara desconecta entonces el autofoenfoque.

En general, se necesitará una cierta práctica para su manejo competente ya que el zoom, además de añadir prestaciones, también presenta las dificultades de gestionar un nuevo factor en los momentos intensos en que gozamos de la presencia, quizás efímera, del sujeto.

En cuanto a los teleconvertidores, el uso del 1’4x no perjudicó el autofoenfoque de una forma muy sensible: el seguimiento seguía siendo bueno y sólo aumentaron algo las dificultades en la adquisición de foco. Sin embargo con el 1’7x la cosa cambió algo y sólo parecía fiable con abundante luz, siendo su comportamiento errático en los demás casos. No deja de ser una mejora sobre la doctrina de la casa, que preconiza que esta combinación simplemente no funciona al proporcionar una luminosidad f/6’7, inferior al tope de f/5’6. Ambos complementos ópticos respetan el VR sin ningún problema aparente.

El uso de estabilización y autofoenfoque lo hace goloso en energía. Los usuarios de la D200 desearán hacerse con una batería de repuesto adicional si adquieren el 200-400 mm, puesto que su cámara ya de entrada no es un modelo de ahorro energético. En una tarde de gaviotas con el 200-400 mm se pueden gastar por completo dos baterías realizando unas 400 imágenes. Con la D2x y sus prodigiosas baterías no habrá problema alguno.

Calidad óptica

Careciendo en ese momento de tarjetas de test de resolución específicas, realizamos una prueba sencilla utilizando el texto impreso de un libro especial: Arte de pájaros de Pablo Neruda, fotografiando a 28 metros de distancia con el zoom  ajustado a 400 mm y al diafragma f/8. Para tener una base de comparación, hicimos lo mismo con un Sigma 120-300 mm f/2’8 HSM EX al cual le habíamos añadido su teleconvertidor 1’4x y ajustado a una focal de 400 milímetros. Usamos un teleflash para uniformizar al máximo la iluminación.

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Campo de prueba a fotograma completo. Pinchar para comparación de recortes al 300% de la zona marcada.

Puede verse en la imagen el área que luego se ampliará (bordeada en rojo) con relación al total del fotograma. Los recortes mostrados cuando se pincha en la imagen son capturas de pantalla al 300% en Capture NX, al cual se le desactivaron todos los parámetros de corrección de imagen para obtener una fotografía en bruto. A ese aumento, una máscara de enfoque habría tenido un efecto muy destructivo. En ambos casos se realizaron 10 disparos, repitiendo manualmente el enfoque en cada ocasión. Se seleccionó el mejor de todos ellos para cada objetivo.
Las conclusiones que nos permiten obtener estas pruebas no son en absoluto definitivas por su naturaleza poco científica, pero son interesantes cuando comparamos con material que ya conocemos.
Considerando que el Sigma 120-300 mm se utilizó con el teleconvertidor para llegar a los 400 mm, su imagen no pierde una calidad exagerada con relación al Nikkor 200-400 mm, obviamente superior (aunque a un coste cercano al triple).
Realizamos finalmente algunas series de disparos de prueba para comprobar diferencias de calidad relacionadas con el diafragmado en el 200-400 mm y con convertidores.

Pudimos comprobar que este objetivo rinde muy bien a plena apertura, lo cual es notable para un zoom con estructura tan compleja, ofreciendo una capacidad notable sobre el sensor de alta resolución de la D2x. No vimos viñeteado pero eso debería comprobarse sobre una cámara de formato completo como la D3.

Tampoco pierde demasiado cuando se usa con los teleconvertidores TC14EII y TC17EII. La degradación causada por el 1’4 es muy baja y parece poder compensarse simplemente cerrando medio punto. Sin ser destructivo, el TC17EII afecta algo más al contraste, pero el rendimiento sigue siendo excelente.

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Macaco de Berbería. Pinchar para 100%

Enfoque cercano y aberraciones

Una de las facetas menos conocidas de este objetivo es su distancia mínima de enfoque, de sólo 2 metros en AF y 1’95 en enfoque manual. Esto le añade versatilidad adicional para fotografía de acercamiento, o para pequeñas aves. Obviamente no llega al reino de la fotomacrografía, pero se llega a obtener una relación de reproducción de 1:3’6. Esto implica conseguir imágenes que ópticamente y sobre el sensor tienen más de un tercio del tamaño del original.

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Regla de medida de ratios, D2X, 1/250s, f/8,5, 400mm. Pinchar para recortes al 200% de ambos lados.

Es un valor muy superior al del resto de la gama Nikon de focales próximas: tanto el 300 mm f/2,8 VR como el 70-200 mm f/2,8 VR no alcanzan más que 1:6’2; el 200 mm f/2 VR alcanza 1:8; y los 400, 500 y 600 mm fijos están aún por debajo de estas cifras.

Para permitir a nuestros lectores visualizar esta proporción tomamos una imagen de una regla metálica de aluminio, operación clásica para calcular con precisión las ratios de aumento. Sin embargo, teníamos al hacerlo una segunda intención, oculta y algo perversa. Dado el alto contraste y los bordes nítidos de las graduaciones, este tipo de imagen es perfecta para comprobar aberraciones, especialmente las cromáticas.

La imagen completa está a la izquierda. Es el campo que se obtuvo a 400 mm y distancia mínima de enfoque, con teleflash y un diafragma f/8’5. Conociendo el formato del sensor DX, es fácil con ella calcular la relación de reproducción óptica. Puede intuirse en esta copia una nitidez excelente que se confirma plenamente cuando observamos el fichero RAW al 100%. Pinchando en la imagen se obtendrán unos recortes, vistos al 200%, de las graduaciones laterales izquierda y derecha.

La observación más allá del tamaño natural delata una perceptible aberración cromática lateral, como puede verse en esos recortes. Este fenómeno puede confundirse con otros tipos de halos no debidos a la óptica sino al sensor, como dobles líneas violetas; sin embargo, al ser radial podemos identificarla bien. En un lado del fotograma la franja roja se sitúa en la izquierda de la discontinuidad de contraste, y la azul a su derecha; obsérvese que en el lado opuesto esta distribución ha cambiado estando la franja roja a la derecha, es decir siempre más cercana al exterior del círculo de imagen.

Este tipo de aberración no es infrecuente en ópticas modernas (el reciente micro-Nikkor 105 mm f/2’8 AF-S VR G IF-ED también la presenta) y no conlleva una amenaza sustancial sobre la calidad de la imagen. No es muy visible a aumento normal, y es fácil de suprimir en fase de post-proceso. De hecho, si se abren las imágenes en Capture NX configurado por defecto no se verán, puesto que el software la detecta y elimina automáticamente. Para hacerla aparecer, hay que anular la opción “ajustes RAW – aberración cromática automática”.

 

El zoom 80-400 mm f/4’5-5’6

Se especulaba desde hace años cuándo se dotaría de motorización ultrasónica al viejo 80-400 mm f/4’5-5’6 AF VR D ED, cuya calidad óptica es excelente pero que está penalizado por su autoenfoque mecánico. De motorizarse, esta óptica tendría muchos clientes en el sector naturaleza; de hecho, la inexistencia de un 100-400 mm ultrasónico ha sido uno de los factores que han motivado el cambio de equipo a Canon por parte de bastantes usuarios.

El anuncio en el pasado agosto de 2007 de cinco ópticas nuevas, que incluían la estabilización de los grandes teles profesionales, parece más un gesto hacia los profesionales de los deportes que de la naturaleza, y una vez más el 80-400 mm se quedó sin su lifting, como ha sucedido desde entonces y aún hoy (octubre de 2011).

Mejorar su autoenfoque hubiese implicado quizás posicionarlo demasiado cerca del 200-400 mm, las ventas del cual podrían salir perjudicadas. Bastantes fotógrafos, incluso profesionales, podrían ser tentados: ahora deben cargar el 70-200 mm y el 200-400 mm para cubrir un rango óptico que un 80-400 mm AF-S VR II cubriría muy dignamente él solito, aunque con menor luminosidad.

Es de temer pues, que seguirá sin haber un equivalente al Canon 100-400 mm f/4’5-5’6 en la gama de Nikon, teniendo que optar los usuarios por un producto único e impecable, pero a un precio prohibitivo. Una vez más nos viene a decir el fabricante que tenemos disponibles las mejores ópticas existentes, y una vez más tendremos que pagar por ellas, por falta de gama intermedia.

Los usuarios de Nikon estamos bastante obligados, de todas formas, a invertir dinero en ópticas luminosas. El ruido en altas sensibilidades es una debilidad de la generación D2, y es recomendable adoptar ópticas más luminosas para compensar el rendimiento de 800 ISO para arriba. Ahí es donde el rango dinámico para las D3 y D300 compensaría muy bien la poca luminosidad del 80-400 mm, de haberle añadido el motor ultrasónico.

 

Precios, alternativas y el sensor FX

Es inevitable abordar también las malas noticias, es decir, lo que nos costará enamorarnos del 200-400 mm, una óptica que ciertamente no tiene equivalentes ni sustitutos. Sin embargo, para hablar de precio habría que poder comprarlo: este objetivo parece estar permanentemente agotado en todo el planeta Tierra, y para obtener uno hay que estar en una lista de espera o tener mucha suerte.

El precio recomendado en Europa está sobre los 7.200 euros. Podemos conseguir una rebaja sobre este precio porque el objetivo se anuncia en algún que otro outlet europeo de venta por correo por 5.900 euros, IVA incluido. Puede resultar conveniente interesarse por los precios de venta en Estados Unidos, un mercado donde el material de Nikon siempre resultó más económico que en Europa, especialmente con el cambio actual de la divisa.

Una alternativa natural, de bastarnos por nuestro estilo o técnica una focal menor de 400 milímetros, sería el 300 mm f/2’8 AF-S VR G. Alcanza una calidad óptica algo mejor, es más luminoso, más ligero, aísla mejor el sujeto por la poca profundidad de campo a f/2’8, y tiene un AF más rápido; sólo carece de la versatilidad del zoom. Sin embargo, es más probable que nos quedemos cortos que otra cosa.

Cedros (Cedrus atlantica) nevados, Atlas, Marruecos. Cámara Nikon D2x, zoom Nikkor 200-400 mm f/4 AF-S VR G IF-ED, posicionado en 400 mm, 1/20 a f/16, VR activado, trípode.

Para nosotros los 400 milímetros pueden ser en ocasiones insuficientes, dependiendo del sujeto y de la técnica de aproximación. Desde hide y con animales grandes no va a haber mucho problema, pero fuera de ahí a menudo vamos a querer montar el teleconvertidor. En términos de ángulo de visión, sobre el sensor DX de Nikon este objetivo equivaldría a un 300-600 mm f/4, pero no debemos olvidar que ópticamente, sigue siendo un 200-400 mm.


La generación de cámaras con formato FX carga más dudas sobre los que estemos cavilando en adquirir un teleobjetivo. El sensor de formato película implica que el problema de alcance se recrudecerá si en el futuro optásemos por ese tipo. En realidad no sería una cuestión de alcance, porque a igual sujeto y distancia, la imagen formada idéntica en tamaño; es sólo el cuadro donde la proyectamos el que cambia a mayor. Podríamos recortarlo, ya que las nuevas máquinas poseen un modo DX, pero la menor densidad de píxel de ese sensor implica que su formato DX contendrá pocos megapíxeles, lo cual lo hace muy poco útil.

Afortunadamente, la marca parece haber renunciado a una dicotomía clara entre modelos profesionales y aficionados; pues el binomio D3-D300 se distingue no por prestaciones sino sólo por formato de sensor. La D300 tiene todas las características cruciales de la D3 e incluso añade mejoras, por lo que la podrán adoptar los profesionales que puedan renunciar al amplísimo rango dinámico del sensor de la D3. A cambio seguiremos disponiendo de una opción de 12 megapíxeles, excelente calidad y quizá, un compromiso de futuro con el formato DX, que tan útil ha resultado para nuestros teleobjetivos.

En ese caso, si tenemos claro que nuestro equipo conservará el formato DX en el futuro, es difícil elegir otro teleobjetivo que no sea el 200-400 mm f/4 AF-S VR G, y acompañarlo con el TC14EII que nos llevaría hasta los 640 mm, los cuales nos parecerían 960 al mirar por el visor. Podríamos prescindir o no del TC17EII, que también da resultados de calidad, pero que se cobra su peaje. Otras opciones de segundas marcas —como el Sigma 120-300 mm f/2,8, que hemos introducido brevemente como contrapunto en esta prueba— nos fallan por su autoenfoque más lento y por alcance menor, aunque no por calidad de imagen.

A quien desde el 23 de agosto de 2007 esté soñando con la D3 y su gran sensor, probablemente no le interese tanto el objetivo que probamos hoy sino las focales fijas de mayor alcance, como uno de los tradicionales 500 ó 600 mm f/4 (por lo demás ahora estabilizados) con o sin convertidor 1’4x. Para ellos volverán los tiempos y las sensaciones de la película.

Alternativamente, una opción interesante —aunque pesada— es hacerse con el 400 mm f/2,8 y un multiplicador 2x, una de las pocas opciones que mantiene un autoenfoque eficaz con este complemento, proporcionando un 800 mm f/5’6. Eso sí, el precio también sería muy superior al del 200-400 mm, que quizá ahora nos parecería económico en comparación.

Resumen
Nikon D2x, 200-400 mm f/4  en 400 mm, 1/180 a f/4.
El objetivo que hemos probado no es una panacea, pero es un compromiso tan eficaz que a menudo lo parece. Es una óptica contradictoria y completa, que siendo un zoom da calidad propia de una focal fija ya desde plena apertura; siendo pesado, permite trabajar a mano alzada, y también combina adecuadamente con teleconvertidores, especialmente el 1’4x. Ofreciendo la inestimable versatilidad de un zoom, a pesar de sus muchos elementos ópticos tiene controlados bastante bien los velos y reflejos internos, y además enfoca muy cerca. Es caro si pensamos en las ópticas más tradicionales, pero cuesta cerca de la mitad de los grandes y prohibitivos teleobjetivos luminosos a los que puede sustituir; por lo demás, por el precio que pagamos de él obtenemos el equivalente de tres ópticas. El valor real de todos los compromisos son la excelencia a la que hay que renunciar en cada área. Su calidad óptica es muy elevada, aunque ligeramente inferior a la del 200 mm f/2 o del 300 mm f/2’8. El autoenfoque no es tan rápido como el más veloz de la gama y, según parece, el estabilizador no es la versión más reciente. Pero son pérdidas muy ligeras en cada área y a cambio obtenemos una versatilidad y un potencial fotográfico elevadísimos.

 

NOS GUSTA
Potencial creativo
Calidad de imagen
Calidad de construcción

NO NOS GUSTA
Precio en Europa
Baja disponibilidad en el mercado
Tendencia a velos con iluminación frontal
Aberración cromática (a corta distancia)

 

MÁS INFORMACIÓN

Comentario del fotógrafo de naturaleza Bjørn Rørslett en su web.

Noticia de su salida en DPReview.

AF-S VR Zoom Nikkor ED 200~400 mm F4 G (IF): Aunque el texto está en japonés, en la web oficial de Nikon podemos ver claramente las curvas MTF del objetivo.


Macro a mano alzada y sin flash con la D700 Grandes ojos, pequeñas focales