Macro a mano alzada y sin flash con la D700

Texto por Helios Dalmau / Imágenes de Roger Eritja.
Publicado inicialmente en la revista del web Fotonatura.org, Junio de 2009

Durante décadas ha sido un dogma; el trípode, el flash y el cable disparador, o los tres combinados, han sido considerados elementos imprescindibles para la realización de macrofotografía. Los sistemas de autofoco rápido y los más recientes estabilizadores de imagen ya empezaron a resquebrajar esa doctrina. Si bien los “macreros” han continuado apegados a los eternos complementos de sus equipos, en la misma medida deseaban poder disfrutar de mayor libertad y facilidad de movimientos desprendiéndose del engorroso trajín de patas, cables y soportes. Con la aparición de cámaras que proporcionan la calidad deseada a altas sensibilidades ISO, parece que ese día ha llegado.

Un frío día de otoño, tras las primeras heladas en la montaña, nos dispusimos a buscar los límites del primer sensor 1:1 o de tamaño completo de la casa Nikon, tal vez el que menor ruido genera a sensibilidades ISO muy elevadas entre las cámaras reflex digitales.

Casi sin quererlo teníamos frente a nosotros un banco de pruebas ideal y exigente: un manto de hojarasca escarchada totalmente a la sombra mientras en el cielo se abrían paso las primeras luces del día. En esas condiciones de poca iluminación sólo un insensato intentaría hacer fotografía macro a mano alzada y sin la ayuda del flash. Uno de nosotros se dispuso a tal sacrilegio. Cogió la Nikon D700 y la puso a la máxima sensibilidad nominal, 6.400 ISO. Aún así obtuvo una precaria relación de f/9 a 1/250 segundos, suficiente sin embargo gracias al trabajo del estabilizador de imagen incorporado al objetivo macro, un AF-S 105 milímetros VR f/2.8.

 Nuestro compañero se encorvó sobre el manto vegetal y empezó a disparar en medio del silencio expectante del resto.

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Recorte al 100%, ISO 6400

Las incógnitas que intentábamos desvelar se iban repitiendo en nuestra mente a medida que avanzaba la sesión. ¿Realmente aparecería poco ruido digital incluso en los fondos oscuros y desenfocados? ¿Se conseguiría el suficiente detalle en los minúsculos cristales de hielo? ¿Se mantendría el rico cromatismo otoñal de las hojas?

Hasta ese momento, y con cualquier otra cámara, la respuesta que hubiéramos dado a priori a las tres preguntas hubiese sido “no, imposible”. A 6.400 ISO estábamos trabajando 5 pasos por encima del ISO nominal de la cámara, que es de 200.

Es decir, que de mantener esa sensibilidad, deberíamos hacer una toma a f/9 y 1/8 de segundo para conseguir la misma exposición que estábamos usando. El recorte al 100% puede verse pinchando en la imagen anterior.

Con un fiel usuario de Canon como testigo, queríamos comprobar si la tecnología digital estaba abriendo ya definitivamente una nueva era en la fotografía. Obtener buenas respuestas cromáticas y de detalle con sensibilidades ISO impensables no hace mucho sí puede proporcionar otro tipo de imágenes. Un auténtico salto, el primero de los que vendrán.

Vistos en la pantalla de la misma cámara, los primeros resultados parecían totalmente aceptables. El portador de la cámara dejaba ir de vez en cuando una explosión de júbilo. No hay nada mejor para liberar endorfinas que sentirse un transgresor.
Intensificamos las pruebas. Tratamos de convencer a nuestro compañero de que había otras sensibilidades ISO posibles y necesarias para poder hacer una comparativa. No hubo manera, ya se había acomodado a los amplios márgenes de maniobra que proporcionan los 6.400 ISO.

Llegados a este punto conviene aclarar que habíamos desactivado todos los parámetros de enfoque y que en el transcurso del procesado de los archivos no se pensaba aplicar ajuste alguno ni máscara.

Al día siguiente, insistimos en la necesidad de hacer una comparativa entre los resultados obtenidos a diferentes rangos ISO altos. “Bueno”, dijo nuestro obcecado amigo, “compararemos los 6.400 ISO con … los 25.600, je, je, je”.

Con el sensor de la D3 y la D700, el ISO está establecido entre los 200 y los 6.400. Por debajo se puede forzar hasta una “estimación” de lo que sería una sensibilidad de 100 ISO, denominada como L1.Y por encima, se encuentra un rango “estimado” que alcanza un máximo de 25.600 ISO, lo que se denomina H2.

Unos helechos a la sombra fueron el motivo escogido. Se hicieron tomas a diferentes sensibilidades.

– A 800 ISO no se apreció ni pizca de grano.
– A 6400 ISO se obtuvo un resultado muy aceptable, incluso en las zonas más oscuras.
– A 25.600 ISO apareció bastante ruido y eran evidentes unos artefactos notables, pero con un poco de tratamiento de reducción se podría mejorar bastante.

La imagen obtenida tiene la virtud de mostrar cuan lejos del típico ruido digital se encuentra la máxima sensibilidad nominal de ese sensor, 6.400 ISO.

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Comparación ISO 6.400 / 25.600

Insectos en movimiento
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Mano alzada, sujeto en movimiento a 1/160 f/13, ISO 3.200

Más adelante, a pleno mediodía proyectamos nuestra sombra sobre una pequeña roca en la que correteaba un inocente grillo. Aquí el fotógrafo se contuvo y marcó unos discretos 3.200 ISO para conseguir una relación de exposición de f/13 y 1/160. Una velocidad demasiado escasa teniendo en cuenta que buena parte de los disparos los hizo cogiendo la cámara con una sola mano mientras con la otra trataba de conseguir una mayor colaboración por parte de nuestro pequeño modelo. Muy pocas tomas consiguió con el foco correcto aunque la sesión no duró más de 4 minutos. Pero a lo que íbamos, el nivel de nitidez conseguido con un ISO muy elevado era más que aceptable.

 

El tamaño del píxel, factor clave

La D700 es una especie de híbrido de la D3 y la D300. De la primera toma el sensor, los circuitos y el procesador. De la segunda, el cuerpo, la botonería y el flash incorporado. También se puede acoplar la misma empuñadura porta pilas (MB-D10). Las tres proporcionan un archivo del mismo tamaño, 12,1 megapíxeles. La resolución del sensor es de 4256×2832 píxeles, repartidos sobre una superficie de 36×23,9 milímetros, la misma que un fotograma de película de paso universal. Es por ello que a ese tamaño se le denomina formato completo, “full frame” o, en el argot propio de Nikon, formato FX. El tamaño de cada píxel del sensor de la D3 y la D700 es de 8,5 micrones (1 micrón = 0.001 mm.). Es realmente grande.

En el sensor de la D300, los píxeles miden 5,6 micrones y en la D3x, 5,94 micrones. Ahí, principalmente, radica el “secreto” del gran rendimiento a ISO elevadas, en la mayor capacidad de captar la luz, junto a un procesador adecuado, por supuesto.

Los técnicos de Nikon explican que al diseñar la D3 y su versión “económica”, la D700, tenían muy claro que la prioridad no eran los megapíxeles sino la velocidad de disparo y de procesado (hasta 11 fotogramas/segundo en el caso de la D3) y la nitidez en condiciones de luz escasa. Parece que el resto de compañías no toma esa senda y siguen embarcadas en la guerra de los megapíxeles.


Entornando el ojo óptico El deseado superzoom